María del Amparo Barrera
A partir de los acontecimientos actuales del calentamiento global, que se debaten entre el poder económico y el ambiental, recupero un llamado desde la ética y la moral en dos personajes que han hecho historia de la ciencia. Un físico que se atrevió a pensar como filósofo y un filosofo, que nos permiten traer a la arena de discusión la visión desde el deber-ser de los líderes mundiales y de nosotros los “nadies” que nos tienen como convidados de piedra a este festín, que se perfila como un macro desorden ético.
Breve reseña de los dos autores
Erwin Schrödinger, físico austríaco, Premio Nobel de Física de 1933, concibió la mecánica ondulatoria para explicar cómo cambia el estado cuántico de un sistema físico. Al igual que Albert Einstein, se preocupó por temas socioeconómicos y de la naturaleza humana, nos dejó sus reflexiones en varios escritos, entre ellos, la obra “Mi concepción del Mundo”[1]. En el prefacio de esta obra, él sostiene que:
“Habrá, sin embargo, un reproche que no podré evitar. Aquí no se habla en ningún sitio de acausalidad, mecánica ondulatoria, relación de incertidumbre, complementariedad, universo en expansión, creación continua. ¿Por qué no habla de lo que entiende, en vez de meterse en el campo de los filósofos profesionales? Ne sutor supra crepidam.[2]
Es bien significativo que un físico de la talla intelectual de Schrödinger mostrará esta faceta de su personalidad, era un ser en el mundo, entendió perfectamente que su responsabilidad como ser humano y con la humanidad iba más allá de la ciencia, en buena hora tenemos estos escritos para entrar un poco más en el pensamiento del científico.
Schrödinger, en el libro en reseña. El capítulo 10, “Acerca de la ley Moral”, la idea a desarrollar es encontrar la posibilidad de “una comprensión científica de la ética” [3] . Aclarando, la moral es la forma como actúan las personas; en consecuencia, es práctica. La ética viene a ser la teoría racional de cómo actuar en sociedad, desde este punto de vista la ética es teórica. Asimismo afirma que pertenece a la corriente de aquellos que basan la moralidad de un modo o de otro, en la utilidad.[4]
Con esta idea, nuestro autor es consciente que en todos los pueblos y en todas las culturas, la autosuperación es la base para las exigencias de la virtud y la virtud aparece como un deber ser y en oposición a la voluntad primitiva. Y sí ese deber ser es forzado y no natural, como lo vamos a explicar es el resultado de la evolución. Ante este problema, afirma que “nos encontramos sumamente impotentes, armados sólo del incomprensible imperativo categórico de Kant “[5] De este modo llegó a Kant para pensar la ética y la moral.
Immanuel Kant, filósofo nacido en Koenigsberg, profesor universitario, hombre sencillo dedicado a sus estudios, en 1770 obtuvo la Cátedra de Lógica y Metafísica en la Universidad de Koenigsberg. Con Kant se inicia y se empieza a consolidar la corriente racionalista de la ciencia natural, cuyo sucesor sin lugar a dudas, fue Karl Popper.
Entre las obras más significativas de Kant están la “Crítica de razón pura” y la “Crítica de la razón práctica”: (i) La primera aborda la lógica del conocimiento de las ciencias naturales y las matemáticas. (ii) La segunda aborda el “conocimiento práctico, es decir, en aquel que sólo tiene que ver con los motivos determinantes de la voluntad, de ahí que los principios no son leyes bajo las cuales estemos inevitablemente sujetos, como es por ejemplo en las ciencias naturales.
En lo práctico la razón tiene que ver con el sujeto, o sea con la facultad apetitiva y la índole peculiar subjetiva puede tomar múltiples direcciones. La regla práctica es en todo momento producto de la razón porque prescribe la acción como medio para la realización de un propósito. Para un ente empero, en quien la razón no sea totalmente el único motivo determinante de la voluntad, esta regla es un imperativo, es decir, una regla que se designa por un deber-ser que expresa la obligación objetiva de la acción, y significa qué si la razón determinara totalmente la voluntad, la acción tendría que suceder ineluctablemente según esa regla.”[6]
Ahora bien, Kant amplia la idea de imperativo, lo clasifica como hipotético y categórico. El imperativo hipotético es aquel que determina que la voluntad, sea suficiente o no para el efecto obtenido y serían preceptos de habilidad y a la larga son preceptos y no leyes. Cuando esas leyes determinan la voluntad como voluntad, sin cuestionar el efecto deseado o el que debo hacer para lograrlo, “son categóricas -de lo contrario no serían leyes; porque les falta la necesidad que, si ha de ser práctica, debe ser independiente de condiciones”. [7]
El siguiente ejemplo permite captar las ideas de Kant. Un niño va a la panadería a comprar el pan, lleva un billete y debe recibir vueltas, el panadero le despacha el pan y cuando va a dar las vueltas piensa: yo puedo darle menos y cuando la mamá venga a reclamar le digo que el niño perdió la plata en el camino; pero sí obro así puedo perder la cliente y a la larga gano más con una cliente que quedándome con algo de las vueltas. Así es como opera el imperativo categórico hipotético, se racionaliza la acción y se toma posición. No obstante, si el panadero ni le pasa por la mente que puede quedarse con algo de las vueltas, sino que obra de acuerdo con el deber-ser da las vueltas completas al niño.
La visión de Schrödinger
Schrödinger considera que la ética y la moral tienen su origen en la consciencia. Aclara que va a tratar los procesos que son resultado de interacciones que nos ponen en estado de alerta a la consciencia; cuando un hecho es repetitivo, no vuelve a la consciencia, yace en subconsciente y las respuestas son asimismo del inconsciente. Sin embargo, si un hecho sufre la más leve modificación nuevamente vuelve a la consciencia y se llega a una nueva situación de equilibrio. De este modo la “conciencia es el instructor que vigila el adiestramiento de la sustancia viva” [8] . Y cada nueva situación, se llama a un <yo de la consciencia>[9]. Los humanos nos desarrollamos en comunidad y vamos creciendo en unos estándares sociales cuasi constantes. De ahí que “tan sólo las peculiaridades individuales de la ontogenia singular son conscientes”. [10]
[1] Schrödinger, 1998.
[2] Schrödinger, 1998, p.15. NT <Zapatero a tus zapatos>.
[3] Schrödinger, 1998, p. 70
[4] Schrödinger, 1998, p. 71
[5] Schrödinger, 1998, p. 71
[7] Kant, 2003, p. 17
[8] Schrödinger, 1998, p. 65
[9] Schrödinger, 1998, p. 65
[10] Schrödinger, 1998, p. 68